Omar Rojas tiene 59 años, y es del paraje Ñu Py. Se trata de un lugareño que ha sabido reconvertir su forma de ganarse la vida, y la de su familia, cambiando gradualmente, de pequeño ganadero a emprendedor turístico.
MDM: ¿ Qué nos puede contar de su vida ?
O.R.: Soy nacido en la Segunda Sección, dpto. Ituzaingó, pcia. de Corrientes, “bien en el corazón del Iberá”, – dice con orgullo -.

Mis padres eran oriundos de la zona, y dueños de un pequeño emprendimiento ganadero, donde criaban algunas vacas, y también ovejas, cerdos y aves de corral para consumo propio, además de trabajar la huerta.
Me crié junto junto a mi hermano, ayudando en los quehaceres del campo. Mi padre, Antonio, nos tenía prohibido cazar, actividad que estaba culturalmente muy arraigada en la zona.
La población mas cercana era Concepción del Yaguareté Corá, donde comencé la escuela a los 8 años, y debido a las distancias y dificultades de acceso, quedaba a cargo de una familia en el pueblo durante períodos de 9 meses. Terminé la primaria a los 16 años.
A los 18 años hice el Servicio Militar Obligatorio en la 6ta Brigada Aérea de Tandil, experiencia que me sirvió. Cuando regresé al campo, conseguí trabajo en la Estancia San Alonso, de 12000 has., propiedad del ganadero José Antonio Anzola, autor del libro “Che Patrón”, y un hombre muy respetuoso a quien considero mi segundo padre. Trabajé ahí 20 años, el campo contaba con 5000 vacunos y 200 yeguarizos, además de ovejas.
A los 22 años me casé, iniciando mi propia familia, actualmente conformada por mi esposa, 4 hijas mujeres y 1 hijo varón.
En la década de los `90, la empresa ganadera de la familia Anzola se puso en venta, con un total de 49000 has., y es ahí donde apareció el norteamericano Douglas Tompkins, quien la compró para su proyecto conservacionista.

MDM: ¿ Qué nos puede decir de Tompkins ?.
O.R.: Cuando se vendió San Alonso, pasé a trabajar para Tompkins. Lo conocí muy bien, he tenido largas conversaciones con él, y supo aconsejarme bien. Lo recuerdo como un hombre inteligente, preocupado por la conservación del medioambiente, su fauna y su flora. En esa época el Iberá era asolado por cazadores que ya habían extinguido especies, y que ponían en riesgo a otras como el yacaré, el ciervo de los pantanos, el lobito de río y hasta el carpincho.
Él sostenía que el futuro de los pobladores de la región estaba asociado a la conservación de los Esteros del Iberá. En su proyecto, reconvirtió a muchos furtivos, transformándolos en persona útiles que aprendieron a ganar su sustento de otra manera, y mejoraron sus condiciones de vida.
N. de la R: Omar comenta que en la Fundación CLT (The Consevacion Land Trust) creada por Tpmpkins, hay gente que asesora a los lugareños para que cambien sus costumbres cinegéticas por la ganadería y actividades ligadas al turismo.
MDM: ¿ Cómo es su actualidad ?
O.R.: Junto a mi esposa, dos de mis hijas y un yerno, desarrollo actividades turísticas en mi emprendimiento, “Iberá Ruguá”, en el Paraje Ñu Py, “en el fondo del Iberá”. Son 180 has. que heredé de mi padre.
Una de las actividades consiste en la realización de cabalgatas a nado por el Iberá. Soy el único que ofrece este servicio, muy apreciado por turistas nacionales y extranjeros, que buscan una experiencia diferente. Usamos caballos muy dóciles, amansados por nosotros mismos a partir de los 4 años. Los caballos nadan por sí solos, y los jinetes van tomados de la crin o de la cola.
La otra actividad es la pesca de dorado con mosca, junto al Grupo “Paraná on the Fly”, donde ofrecemos alojamiento y comida a los pescadores.

MDM: ¿ A qué aspira en el futuro ?
O.R.: Trabajo para seguir mejorando, sé que aún me falta, pero estoy bien encarrilado y aspiro día a día a brindar una mejor atención a los visitantes. Aún tengo ganado en mis tierras, pero siento que a través del turismo he mejorado la calidad de vida de mi familia, y me siento útil ayudando en la defensa y sustentabilidad del Iberá.-
